La obra presenta una composición terrosa y densa, con una atmósfera que evoca muros antiguos o paisajes erosionados por el tiempo. Dominan los tonos marrones, verdes musgo y ocres, creando una paleta que remite a la materia orgánica. En la parte inferior derecha, un semicírculo de líneas amarillas se impone con fuerza gráfica, como símbolo de movimiento o energía subterránea. El fondo parece conformado por capas superpuestas, como si fueran estratos geológicos o arquitecturas en ruina.
Territorio Oculto
Óleo sobre tela con técnica mixta.
































